Y entonces se dió cuenta, la miró a los ojos y el siguiente latido de su corazón no sonó igual. Fue distinto. Otro ritmo, otra fuerza, otro nombre. También supo que jamás volvería a sonar como antes, ella había hecho que cambiara y, cuando se cambia un corazón, este queda marcado para siempre.
Vaya tatuaje tan vivaz.
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