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martes, 25 de octubre de 2011

Gris

El blanco y el negro pueden considerarse dos colores opuestos. Lo son. Pero cuando los junto, me doy cuenta de que quedan bien, aunque sean uno lo opuesto del otro, me gusta lo que veo porque consigo ver lo que tienen en común.

Dicen que los polos opuestos se atraen. En cuanto a relaciones, ya he comprobado que eso no es para nada cierto. Se atraen, pero acaban por chocar. Pero, cuando se es demasiado igual, el choque también es inevitable y en la mayor parte de los casos el resultado es más catastrófico. Término medio.

Tú eres ese término medio. Ese gris que me falta. Eres mi gris.

lunes, 17 de octubre de 2011

Lunes

Ganas de que termine ya la semana para volver al viernes y seguir el mismo principio de todos los fines de semana:

"Es hora de destrozar el hígado para intentar arreglar el corazón".

Aunque en el fondo, luego los fines de semana no me reportan todo lo que espero de ellos. O más bien, lo que querría de ellos.

Sin embargo no creo en las casualidades. Sí en las miradas y en las sonrisas.

Porque en el fondo, no somos tan distintas. Pero sí lo suficiente.

sábado, 15 de octubre de 2011

Love


Fragmento de Mi fucking vida loka de Le Fay:

Lo que yo siento, loco no lo entiende nadie,
hay tantas putas cosas que no quiero ni saber,
ya ves, 24/7 aquí, que yo nunca fui de huir
y si alguna vez me fui, fue por no darte,¿sabes?.

No me juzgues con los ojos tan cerrados,
yo soy un alma libre que necesita quemarlo,
yo no me conformo con soñarlo,
quiero lo que merezco y no me puedo esperar menos,¿sabes? No, no, no.

Mi gente me da love, yo solo quiero Love.

Mi gente me da love, yo solo quiero Love.

martes, 11 de octubre de 2011

Trenes

Hay trenes que pasan una vez en la vida. Generalmente son trenes que dejamos escapar por diversas razones. Unas veces, pasan en el momento menos indicado de nuestras vidas, no es el momento y no lo cogemos. Otras, estamos esperando en el andén que no es, le vemos pasar y no nos damos cuenta de que ese tren que no han anunciado por megafonía era el nuestro. En ocasiones, sin embargo, estamos montados en otro tren. Llegamos a una parada y vemos como el otro tren, más destartalado, menos confortable y mucho menos apetecible se para al lado del nuestro. Es feo, está sucio y descuidado, pero tiene algo. Apartamos la mirada pero nos ha hipnotizado. No sabes qué es pero te llama, te llama a salir de tu vagón calentito, levantarte de tu asiento blandito y dejar ese tren tan perfecto. Pocos, muy pocos, son los que se atreven a bajar y embarcarse en la aventura de coger un tren que no saben a donde les va a llevar, que por su aspecto, lo más probable es que se salga de la vía y acabes lastimado. Yo me atreví, yo viajé feliz en el otro tren y salí con heridas cuando descarriló. Atreveros a salir de la comodidad de vuestro tren y explorar nuevas vías, las heridas acaban curando.

Existen otros trenes, lo que ves pasar 4-5 veces. Creo que son los menos importantes. No nos van a reportar un cambio como el que nos puede aportar el que pasa una sola vez, pero no son lo suficientemente constantes como para seguir pasando por nuestra vía. Será un cambio pequeño, pero si a la quinta vez deja de pasar, será que no lleva nada importante.

Finalmente, tenemos los que pasan 30 veces o incluso 35. Que pasen tantas veces no quiere decir que sean peores. Ocurre que, después de verlos pasar tantas veces, pensamos que no merecen la pena o que, ya que están pasando continuamente, si no cogemos este, ya cogeremos el siguiente. Pero, hay un problema, hasta los trenes que parecen no acabar nunca llega un momento en el que dejan de pasar, y la cara de tontos que se nos queda esperando ese tren que pensábamos tener para siempre cuando decidiéramos cogerlo es jodidamente épica. Ya no está. Y ahí será el momento en que dejemos de verlo cada día y nos arrepentiremos de no haberlo aprovechado cuando lo tuvieramos. Quizás son los trenes más fáciles de coger, o quizás los más difíciles. No esperéis eternamente a coger ese tren. Pero tampoco hagáis pasar vuestro tren eternamente por la vía de otra persona.

Los grandes cambios son más difíciles de llevar a cabo, pero los pequeños, por ser pequeños, no son más fáciles. Es más, estos últimos suelen reportar más alegrías.

Mi tren está pasando.