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martes, 30 de abril de 2013

Ya no sé cómo decirte

Que si no son esos ojos los que estén en mi nuca no quiero volver a caminar hacia ninguna parte.

Que si no es por esos labios sobre mi cuello no quiero que mi piel vuelva a erizarse.

Que si no es por esos mordiscos en la oreja no quiero volver a suspirar.

Que si no es con esos dedos no quiero volver a entrelazar los míos con ningunos otros.

Que si no es por ese perfume no quiero volver a sonreír por un olor.

Que si no es por esos abrazos no quiero sentir el calor de nadie más.

Que si no es junto a los tuyos no quiero humedecer mis labios con ninguna otra saliva.

Y que ya no sé cómo decirte que si no es por el tuyo,
yo no quiero volver a latir.

lunes, 22 de abril de 2013

Ella sonríe del revés

Su pelo alborotado, sus ojeras haciendo de pozo de recuerdos, sus labios secos y cortados, su cabeza mirando hacia unos pies que se arrastran, sus manos siempre cerradas en un puño para ocultar ese temblor continuo, su chulería ya inexistente y su nuevo tatuaje indicaban que algo no iba bien, con un simple vistazo era suficiente para darse cuenta.

Su boca (que no sus labios) sonreía pero no lo hacían sus ojos. Su sonrisa de medio lado delataba su sufrimiento, un intento de aparentar normalidad cuando estaba rota por dentro. Sonreír para ella no significaba ser feliz, simplemente había días que no se sentía con fuerzas para ver cómo la miraban y juzgaban por sonreír del revés; ni para contestar preguntas para las que ni tenía respuesta y prefería forzar una falsa media sonrisa. Pero los ojos, es con los ojos con los que se sonríe de verdad y no se puede fingir. La sonrisa verde de sus ojos sólo aparece cuando hay sonrisas en su interior, pero su interior llora y sus ojos también, aunque no caigan lágrimas.

Lágrimas verdes y sonrisas del revés. Así es su vida.

lunes, 15 de abril de 2013

Somos

Tantas veces te lo he dicho, tantas horas hemos pasado hablando y hablando sin parar que esto es repetirme pero, sabiendo que ambas no pasamos por nuestro mejor momento, nunca está de más escuchar unas palabras amables de parte de una persona a la que le importas. Porque lo más importante que tengo que decirte en tu día (porque este es tuyo y sólo tuyo) es que me importas muchísimo.

Somos. Me da igual lo que fuimos o lo que seamos, pero ahora mismo, somos.

Somos raras porque hay ciertas cosas que, parece ser, sólo tú y yo no vemos normales y no entendemos hasta el punto de sacarnos de quicio. Menos mal de tu compañía porque sino en algún momento me hubiera vuelto loca.

Somos pesadas, porque como nos pongamos puede ser que se pasen las horas sin darnos cuenta. 

Somos borrachas, porque pocas veces nos juntamos sin que esté nuestra amada cerveza de por medio.

Somos geniales, porque hemos pasado tantos ratos inigualables juntas que creo que no podría elegir sólo uno.

Pero sobre todo, somos amigas (y ahora mismo la palabra 'amiga' creo que serviría para definir a un par de personas en mi vida) y me encanta mi amiga rara-pesada-borracha-genial. Es más, no sé qué haría sin ella.

Aunque lo haya dejado para lo último: ¡¡¡FELICIDADES!!! No sabes lo que me duele no poder darte un buen tirón de orejas y un achuchón de los que siempre nos damos cuando nos vemos.

Te quiero, Marta.

¡¿Alguna otra foto que represente nuestro amor mejor que ésta?! :)


miércoles, 10 de abril de 2013

Cor

Y entonces se dió cuenta, la miró a los ojos y el siguiente latido de su corazón no sonó igual. Fue distinto. Otro ritmo, otra fuerza, otro nombre. También supo que jamás volvería a sonar como antes, ella había hecho que cambiara y, cuando se cambia un corazón, este queda marcado para siempre.


lunes, 8 de abril de 2013

Peores cosas

La aguja que me atravesó la piel en cada tatuaje.
Las espinas de las rosas.
Los arañazos en el corazón de echarnos de menos.
Las agujetas de follar; o las de (hacernos) sonreir.
Los nervios de esa última canasta para ganar el partido.
Las lágrimas de relaciones anteriores.
La resaca de una noche de borrachera.
El mordisco mientras te beso el cuello.
La frase que tanto me recuerda a ti y me hace llorar de mi canción favorita.
Los recuerdos que me asalatan viendo cierta película.
La nostalgia de comerme unas palomitas a solas.



Lo doloroso de las mejores cosas que puede haber en la vida, porque todo tiene su parte negativa. Y así nos damos cuenta que, por doloroso que sea, hay cosas que merecen la pena.

No quiero vivir sin lo peor de lo mejor.

Como tú. No quiero vivir sin tus peores cosas. No quiero vivir sin ti.

martes, 2 de abril de 2013

Réquiem por mi corazón


Esto está escrito para despedirme de ti, decirte que fuiste un buen acompañante, entre un pulmón y el otro, un poquito hacia la izquierda. Pero he de confesarte algo: fuiste demasiado grande.

Abarcaste un primer amor que te hizo la primera cicatriz y lo soportaste sólo, sin ayuda, me enorgullecí de ti. La segunda cicatriz fue mortal y necesitaste la ayuda de un segundo como tú pero finalmente, continuaste latiendo. Ahora con la tercera (y definitiva estocada), ese latido cada día que pasa es un poco más débil y poco a poco se va apagando. Fuiste demasiado grande por contener en tu corazón a amigos que no se lo merecían, por defender lo indefendible cuando ciertas personas te estrujaban buscando tu jugo, por perdonar a quien no se lo había ganado. En definitiva, por entregarte a quien no te supo cuidar.

No todo fue malo, por supuesto, has bombeado la más absoluta felicidad por mis venas y arterias, has repartido el amor desde mis pies hasta el cerebro, has convencido mil y una veces al mandamás que tenemos en la cabeza de que, lo que tú querías, era lo que había que hacer y no lo que la razón dictaba, lo que nos ha llevado a vivir mil y una cosas increíbles (aunque la mayoría malas y no tan increíbles, pero diría que las buenas compensan a las malas). Me has hecho sentir cosas tan intensas que parecían sacadas de un cuento. Tú decidías por quién latir, por quién empezar a volverte loco con 200 pulsaciones por minuto. Tú has sido mi guía en la vida, para lo bueno y (más) para lo malo.

Por eso te escribo este réquiem porque sé que no te quedan fuerzas, que te has cansado de luchar por algo que nunca vas a tener, que cada uno de tus cachitos tiene un nombre y no quieres añadir ni uno más a la lista. La coraza se ha quedado en nada, la coraza ya no sirve, te la quitaste por última vez porque el hierro es demasiado pesado como para cargar con él toda la vida. A partir de ahora, no podré utilizar más la expresión: “de corazón” puesto que paró de latir. Puedes parar, no te guardo rencor, de verdad.

Adiós corazón, descansa en paz puesto que nunca te dejaron reposar.