Vistas de página en total

lunes, 21 de noviembre de 2011

Perdida

Paseando por un país que no es el mio escucho el bullicio del gentío, parece familiar, pero no es el mismo. El niño de mi lado grita a la que probablemente será su madre pidiéndole algo de un escaparate mientras ella le ignora; yo también le ignoro. Un pelirrojo con la música de sus cascos demasiado alta. De un bar, con sus puertas abiertas invitando a entrar a degustar una cerveza (negra), sale una música que parece en directo. Me asomo y, efectivamente, otro pelirrojo tocando una guitarra mientras canta algo que no puedo identificar. Al salir, una pareja pasa a mi lado sonriéndose, esa sonrisa ha dicho más de lo que pudieran decirse con palabras.  Choco con alguien. Sorry.

Sigo el paseo y aspiro el olor de esa ciudad extranjera. Huele raro, no mal, raro. Un carrito con fruta, es cierto, huele a fruta. El caminante a mi lado lleva una taza de café que calienta sus manos, olor a café quemado. Vuelvo a respirar fuerte. Pasa un autobús de los de dos plantas. Tos, tos y más tos. Ese olor no me ha gustado, el humo también lo tenemos allí. Empieza a caer la lluvia y esa humedad acapara mi sentido del olfato. Huele a humedad, a lluvia sobre el asfalto, lluvia sobre los toldos, lluvia sobre gente que ni se inmuta. Concluyo, a mi me huele a pelirrojo.

El paseo, con mi nueva compañera, no se detiene, y continúo con él mientras noto como mi pelo y mis manos se mojan. Me acuerdo de mi cámara y la tapo cuál madre tapa a su bebé para que éste no se constipe: "no puedo guardarte, lo siento, tienes trabajo que hacer hoy". Ahora me detengo en mi sentido de la vista, necesito plasmar mis sensaciones con ayuda de mi bebé y mis ojos hipermétropes y astigmáticos. Me repito, pero vuelvo a los pelirrojos, los observo. No sois lo que busco. Monumentos ausentes que no me dicen nada. Gente, gente y más gente, quiero lo contrario. Callejeo con la falsa intención de perderme. Finalmente, me pierdo y bueno, supongo que ya me encontraré. O, mejor dicho, ya sabré donde estoy para llegar a un lugar conocido. Yo llevo perdida desde hace mucho.

Va siendo hora de volver sin encontrar lo que buscaba. Suele pasar cuando no sabes lo que buscas. Es hora de volver al lugar de encuentro e intento volver sobre mis pasos. Se me olvidó dejar las migas así que la vuelta es igual de incierta que la ida. Un callejón a mi derecha que pasa desapercibido... o no. Me paro, intento recordar la imagen que acabo de ver. Retrocedo unos pasos. Me quedo observando. Inclino mi cabeza mientras achino los ojos para enfocar la imagen. Lo sentí, puede que no sepa el qué, pero lo sentí. Sabía que había encontrado lo que buscaba.



Contrario a gente: soledad. La soledad de un vagabundo, su hogar es la calle, no tiene un lugar que pueda llamar suyo. Frío y mojado. Perdido en un mundo que le repudia. 

Perdida en un mundo que me repudia cual vagabundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario