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miércoles, 22 de mayo de 2013

Algo así como dormir en la misma cama

Capítulo 1.

Miró hacia la mesilla de noche y vió la hora: 03:30am. Quedaban 3 min para que se pasaran los 33min que se había dado a sí misma para no pensar en Ella y eso tenía que acabar antes de que su cabeza volviera a la carga. Aumentó el ritmo y al instante escuchó el gemido que quería escuchar y que le daba permiso para ir parando poco a poco y echarse a un lado. Resopló pero no quería mirar a la cara a la mujer que tenía en su cama porque sabía que no se iba a encontrar con los ojos que deseaba encontrarse.

Notó la respiración entrecortada de su acompañante y cómo se movía haciendo ademán de abrazarla en el postpolvo. – Nada de abrazos ni arrumacos, ni tan solo una caricia – recordó; y movió su brazo hacia la mesilla buscando el tabaco en uno de sus cajones. Lo encontró a la primera, pero se hizo de rogar por si aún seguía con intenciones de finalizar ese abrazo que le acababa de rechazar.

Se incorporó para encenderse el cigarrillo. Quería ofrecerle uno a la mujer desnuda que ocupaba su cama pero ni siquiera recordaba su nombre así que optó por la opción más fácil:
– Nena, ¿quieres uno?
– No gracias, no fumo. Pero sí un poco de agua.

Frunció el ceño. – Es verdad, ésta es de las que ni siquiera se echa el de después... - pensó mientras agradecía escapar de la cama para buscar el agua. Hubiera huido un segundo después de que esa tía se hubiera corrido.

Volvió con el vaso de agua y buscó una camiseta. Follar con una cualquiera la dejaba helada.
– ¿Por qué no vienes? - le llegó desde la cama.
– Pensé que te molestaría el humo.
– No pasa nada. Así cuando te lo termines podemos dormir. ¿Me dejas una camiseta?
– Ah, ¿pensabas quedarte a dormir? - se le escapó, ni siquiera lo pensó pero su boca lo escupió sin darle la opción de guardarlo para sí.
– No sé, después de esto, sí pensaba.
– ¿Después de qué? - ya había metido la pata, ya daba igual lo que dijera – que hayamos follado no significada nada, esto no ha tenido nada de amor si es lo que piensas.
– No es la primera vez que lo hacemos – dijo un poco abrumada por la situación – pensé que esta vez podría quedarme a dormir, no es tan grave.
– Bueno, pues ahí tienes una cama. La mía no la comparto.
– Cuando te pones así de borde no hay quien te aguante.
– Veo que no lo entiendes. Follar es una cosa pero dormir... dormir en esta cama está reservado a una sola mujer. Y esa mujer no eres tú.

La miró a los ojos para hacerla ver que no bromeaba. Aquella mujer le devolvió una mirada llena de rencor y se levantó para buscar la ropa que la noche anterior había volado por la habitación. Entre calada y calada ella miraba el cuerpo despampanante de aquella mujer, un cuerpo que no le había hecho sentir nada. Pensó en pedirla perdón porque, aunque fuera lo que pensara, quizás debería habérselo callado. Pero no, hacia tiempo que había dejado de pedir perdón o de arrepentirse por las cosas que había hecho.

No le importaba que se fuera, se giró hacia la ventana esperando que, cuando volviera la vista, la habitación estuviera vacía. Escuchó cómo se ponía el sujetador, cómo se subía la falda y cómo mascullaba por no encontrar sus medias.
– Adiós, Paula.
– Adiós... - sí que se acordaba de su nombre, antes realmente no quiso recordarlo; al menos le debía eso – Andrea.

Cuando Andrea salió por la puerta sabía que no la iba a volver a ver. No le importaba en absoluto.

Terminó el cigarro mientras veía como Andrea salía de su portal y se alejaba calle arriba con los tacones en la mano. Se sintió mal, parece que aún le quedaba algo de conciencia en ese cuerpo carente de sentimientos, pero tampoco hizo nada por remediarlo.

Se giró y su propia habitación le dio asco. Se dio cuenta de que había un olor en el ambiente mezcla de sexo, vainilla y alcohol con el que no quería dormir. No paraba de pensar en Ella así que fue a su caja verde. Sonrió al abrirla y ver esos labios y esa mirada, no podía evitar sonreír aunque estuviera rota por dentro. Pensó en qué podía estar haciendo, en sí se acordaría de ella en esa noche o en si estaría en cualquier cama ajena con alguien que, probablemente, no la merecía.

Otro cigarro, una copa y el sofá le pareció la mejor opción. Podía poner la tele, buscar a alguien más desgraciado que ella contando su vida en la televisión y quedarse dormida pensando que, aunque a Ella la perdió hace meses, al menos le quedaba el consuelo del mal ajeno y, porque no, el sexo.

Porque nada más lejos, amor no era lo que había pasado en aquella habitación.
Porque hacer el amor era algo así como follar pero acabar durmiendo en la misma cama.

3 comentarios:

  1. B-R-A-V-O! Genial historia y un 10 a tu forma de escribir.

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    1. No hay cosa que me alegre más que alguien me diga que le gusta algo que he escrito :))))))) ¡GRACIAS!

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  2. Escribes muy bien!! Un beso guapa!

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