Miró hacia la mesilla
de noche y vió la hora: 03:30am. Quedaban 3 min para que se pasaran
los 33min que se había dado a sí misma para no pensar en Ella y eso
tenía que acabar antes de que su cabeza volviera a la carga. Aumentó
el ritmo y al instante escuchó el gemido que quería escuchar y que
le daba permiso para ir parando poco a poco y echarse a un lado.
Resopló pero no quería mirar a la cara a la mujer que tenía en su
cama porque sabía que no se iba a encontrar con los ojos que deseaba
encontrarse.
Notó la respiración
entrecortada de su acompañante y cómo se movía haciendo ademán de
abrazarla en el postpolvo. – Nada de abrazos ni arrumacos, ni tan solo una caricia –
recordó; y movió su brazo hacia la mesilla buscando el tabaco en
uno de sus cajones. Lo encontró a la primera, pero se hizo de rogar
por si aún seguía con intenciones de finalizar ese abrazo que le
acababa de rechazar.
Se incorporó para
encenderse el cigarrillo. Quería ofrecerle uno a la mujer desnuda
que ocupaba su cama pero ni siquiera recordaba su nombre así que
optó por la opción más fácil:
– Nena, ¿quieres uno?
– No gracias, no fumo.
Pero sí un poco de agua.
Frunció el ceño. – Es verdad, ésta es de las que ni
siquiera se echa el de después... - pensó mientras agradecía escapar
de la cama para buscar el agua. Hubiera huido un segundo después de
que esa tía se hubiera corrido.
Volvió con el vaso de
agua y buscó una camiseta. Follar con una cualquiera la dejaba
helada.
– ¿Por qué no
vienes? - le llegó desde la cama.
– Pensé que te
molestaría el humo.
– No pasa nada. Así
cuando te lo termines podemos dormir. ¿Me dejas una camiseta?
– Ah, ¿pensabas
quedarte a dormir? - se le escapó, ni siquiera lo pensó pero su
boca lo escupió sin darle la opción de guardarlo para sí.
– No sé, después de
esto, sí pensaba.
– ¿Después de qué?
- ya había metido la pata, ya daba igual lo que dijera – que
hayamos follado no significada nada, esto no ha tenido nada de amor
si es lo que piensas.
– No es la primera vez que lo hacemos – dijo un poco abrumada por la situación – pensé que esta vez podría quedarme a dormir, no es tan grave.
– Bueno, pues ahí
tienes una cama. La mía no la comparto.
– Cuando te pones así
de borde no hay quien te aguante.
– Veo que no lo
entiendes. Follar es una cosa pero dormir... dormir en esta cama está
reservado a una sola mujer. Y esa mujer no eres tú.
La miró a los ojos para
hacerla ver que no bromeaba. Aquella mujer le devolvió una mirada
llena de rencor y se levantó para buscar la ropa que la noche
anterior había volado por la habitación. Entre calada y calada ella miraba el
cuerpo despampanante de aquella mujer, un cuerpo que no le había
hecho sentir nada. Pensó en pedirla perdón porque, aunque fuera lo
que pensara, quizás debería habérselo callado. Pero no, hacia
tiempo que había dejado de pedir perdón o de arrepentirse por las
cosas que había hecho.
No le importaba que se
fuera, se giró hacia la ventana esperando que, cuando volviera la
vista, la habitación estuviera vacía. Escuchó cómo se ponía el
sujetador, cómo se subía la falda y cómo mascullaba por no
encontrar sus medias.
– Adiós, Paula.
– Adiós... - sí que se acordaba de su nombre, antes realmente no quiso recordarlo; al menos le debía eso – Andrea.
Cuando Andrea salió por la
puerta sabía que no la iba a volver a ver. No le importaba en
absoluto.
Terminó el cigarro
mientras veía como Andrea salía de su portal y se alejaba calle
arriba con los tacones en la mano. Se sintió mal, parece que aún le quedaba algo de conciencia en ese cuerpo carente de sentimientos, pero tampoco hizo nada por remediarlo.
Se giró y su propia
habitación le dio asco. Se dio cuenta de que había un olor en el
ambiente mezcla de sexo, vainilla y alcohol con el que no quería
dormir. No paraba de pensar en Ella así que fue a su caja verde.
Sonrió al abrirla y ver esos labios y esa mirada, no podía evitar
sonreír aunque estuviera rota por dentro. Pensó en qué podía
estar haciendo, en sí se acordaría de ella en esa noche o en si
estaría en cualquier cama ajena con alguien que, probablemente,
no la merecía.
Otro cigarro, una copa y el sofá le pareció la
mejor opción. Podía poner la tele, buscar a alguien más
desgraciado que ella contando su vida en la televisión y quedarse
dormida pensando que, aunque a Ella la perdió hace
meses, al menos le quedaba el consuelo del mal ajeno y, porque no, el sexo.
Porque nada más lejos, amor no era lo que
había pasado en aquella habitación.
Porque hacer el amor era algo así como follar pero acabar durmiendo en la misma cama.
Porque hacer el amor era algo así como follar pero acabar durmiendo en la misma cama.
B-R-A-V-O! Genial historia y un 10 a tu forma de escribir.
ResponderEliminarNo hay cosa que me alegre más que alguien me diga que le gusta algo que he escrito :))))))) ¡GRACIAS!
EliminarEscribes muy bien!! Un beso guapa!
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